A José Rodríguez le vaciaron la cuenta. Una invitación en Instagram para hacer click en un enlace de su banco, que le otorgaría una tarjeta de crédito por $50 mil bastó para que, con ilusión, llegara a un landing page idéntico al de su institución financiera, introdujese sus datos y, luego, lo demás es historia.
Así como José, nombre ficticio pero caso real, decenas de ciudadanos caen todos los días en las redes de Ciberdelincuentes que, usando las redes sociales, en especial Instagram, logran captar inocentes y desvalijar sus cuentas bancarias.
Las plataformas digitales, por su parte, poco ayudan, pues permiten que cualquier persona pueda lanzar una campaña promocional con enlaces falsos, pero sitios web idénticos al real, sin verificar información de la promoción y, con sólo pagar la campaña, ya tienen el mundo a sus pies, sobre todo el de los más jóvenes, que no están familiarizados con la importancia de las contraseñas y, sin mayor problema, enlazan con cualquier click que les parece interesante, más cuando se trata de una oferta irresistible como préstamos por miles de dólares o tarjetas literalmente infinitas para consumo.
Adrián Gómez, especialistas en Ciberseguridad y director de SGSI, comenta que lo que está pasando en Venezuela es realmente alarmante y, ante ello, los Bancos no pueden hacer mayor cosa, porque no es a través de su plataforma que se están cometiendo los delitos, sino a través de redes sociales con perfiles falsos y Web engañosas, a la que los clientes acceden por un enlace promocional que los tomó por sorpresa, les agradó e hicieron click buscando obtener algún beneficio.
Destaca que lo único que queda es la evangelización y el constante impulso de información relacionada con este delito para que los usuarios, clientes y audiencias conozcan de los peligros que existen si hacen click en un enlace desconocido, si en sus grupos de redes sociales les piden códigos o los invitan a ingresar a plataformas desconocidas y, finalmente, para que conozcan que antes de ingresar a un web de un banco, es preferible escribir la dirección en el destino asignado para ella que darle click a un enlace que provenga de cualquier otra fuente.
“En el caso de los delitos vía WhatsApp, lo están haciendo en grupos de 200 ó 300 personas de los contactos que logran robar a través de los códigos que envían y secuestran el número por 24 horas, tiempo en el que, en promedio, caen dos o tres personas y listo, el trabajo está hecho”, comenta.
La escasez de profesionales en el área también es signo de preocupación y se presta para que aumenten los delitos, pues hay poca vigilancia digital y cada día menos moderadores y analistas de contenidos en las redes sociales. Según datos de Akamai, en América Latina hacen falta 1,3 millones de especialistas, una cifra que se ha duplicado en los últimos años como consecuencia del incremento de los ciberdelitos.
La expansión ha llegado a tanto, destaca Gómez, que los ciberdelincuentes crean páginas web por horas, que intentan suplantar la web real y conseguir los datos del cliente, al lograr que algunos entreguen su información, eliminan las web sin dejar rastro, pero ya han ingresado al Banco y vaciado la cuenta del cliente.
“El uso de los medios electrónicos sin control es preocupante, pues ahora en Venezuela se viene abordando el tema de la suplantación de identidad, IA Generativa, suplantación de voz, imagen, video y vienen tiempos bien exigentes para detectar y enfrentar todo este tipo de fraudes.”
Pero pocas acciones se están tomando al respecto.
LOS CÓDIGOS DE SEGURIDAD Y FACTORES DE PREVENCIÓN
A pesar de que existen pasos de protección adicionales, como los código de verificación de segundo paso, entre otros, los usuarios realmente los utilizan poco. La inmediatez de ingresar al web o a la aplicación sin barreras, así como la creencia de que no son importantes, son parte del problema.
Al respecto, Gómez comenta que los usuarios ven los elementos de seguridad como un obstáculo y pocas veces utilizan las herramientas de protección de su identidad como los 2FDA o 2MDA, que les pueden ayudar. “No tenemos esa cultura en la que entendemos que esos elementos son para ayudarme y protegerme. Tenemos que cambiar la postura y verlo como esa protección hacia nuestra identidad”.
Y los más preocupante es que la gente no sabe que ocho de cada 10 correos, en promedio, son Spam y muchos de ellos buscan vulnerar la barrera de protección del usuarios para apoderarse de sus datos.
Aquí la entrevista con Adrán Gómez:





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